miércoles, 30 de octubre de 2013

ISADORA DUNCAN


La danza moderna de la mano
de Isadora Duncan


La inefable Isadora Duncan nace en San Francisco, California en 1878, después de una infancia familiarizada con la música, ya adolescente se inscribe en una escuela de danza académica.
En 1895 parte con su madre en búsqueda de la fortuna, baila en un restaurante de chicago y es contratada por el empresario Agustín Daly para bailar en “sueño de una noche de verano”
En 1898 junto con su hermano Raymond, se embarca para Londres, y es en Europa donde da vía libre a su vida aventurera y peregrina de artista rebelde. En su periodo londinense Isadora frecuenta el National Gallery y el museo Británico, estudiando con entusiasmo los movimientos reproducidos en sus bajorrelieves y en los vasos Griegos, apasionándose por la pintura de los italianos.


En 1900 se traslada a Paris donde conquista la admiración de artistas e intelectuales. Dos años después hace su primera aparición en público en el teatro Sara Bernadt.
En Paris atrajo mucho interés su túnica griega, libre de las trabas que sujetaban a la mujer parisiense de la época; sus pies desnudos y su manera de bailar improvisadamente sobre músicas clásicas o románticas en una sucesión de actitudes no construidas de acuerdo con ningún código de la danza académica, sino dictadas por la impresión momentánea de la artista en una especie de fluir plástico.
Sin un plan preconcebido, sin escuela ni método, el arte de la Duncan vivía por su propia virtud, que era el genio de la artista, pero que era intransferible, aunque había dentro de él, en líneas generales, la enseñanza que produce el ejemplo de la libertad.
La danza de Isadora nace de la música, pero no como una mera visualización del ritmo o de la melodía, sino como fuente de estímulo esencial, como fundamentalmente guiada, como un importante instrumento de irradiación de la realidad emocional. Su cuerpo danzante se deja penetrar por la vibración musical, inspirándose en la tonalidad e intensidad de cada frase. La relación danza música resulta así radicalmente transformada respecto de las lecturas coreográficas convencionales.
Entonces Isadora redescubre para la danza el patrimonio disperso de los movimientos “naturales”.
Quizás la Duncan no aporto estilística ni técnicamente muchos datos nuevos, pero contribuyó decisivamente a la formación de un nuevo estado de espíritu, sin el cual no habría podido nacer ni extenderse lo que se entiende hoy por danza moderna.
Desde 1922 hasta 1927 (año de la muerte de Isadora) las aventuras y desventuras de la gloriosa heroína de la danza libre se suceden  con un sólido ritmo frenético, baila en Bruselas, vuelve a Francia, parte para Nueva York con su marido, baila en Boston y en Indianápolis, en 1923 regresa a Francia y el siguiente año parte para Moscú con su marido, ese mismo año en Moscú deciden separarse, ella se va a Berlín y el a Leningrado donde se suicida. Ella vuelve a parís y ahí es donde se entera de lo sucedido a su ex marido. De ahí parte para Niza donde se presenta en público por última vez. Dos meses después en Niza muere estrangulada con su chalina enredada en la rueda del automóvil donde se encontraba.
Meses antes de su trágica muerte, Isadora concluyo el manuscrito de sus memorias, publicado en diciembre de 1927 con el título “Mi vida”.  En 1929, Irma, su hija artística, parte para los estados unidos con su grupo de isadorables (es este el nombre elegido por la misma Isadora para las predilectas alumnas formadas en su “credo” de la danza libre) que tienen un gran éxito frente al público americano. Irma se radica en Nueva York, consagrándose a la enseñanza y publica en 1937, el volumen “The technique of Isadora Duncan” (La técnica de Isadora Duncan)

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